"EL ÚNICO pecado que existe es olvidarte de ti mismo, y la única virtud,
recordarte a ti mismo.
Gautama Buda puso el énfasis en una sola palabra, constantemente,
durante cuarenta y dos años, día y noche; esta palabra es "sammasati",
que significa «recuerdo correcto». Recuerdas muchas cosas, puedes
convertirte en una Enciclopedia Británica; tu mente puede recordar todas
las bibliotecas del mundo, pero el recuerdo correcto no consiste en
eso.
Sólo existe un recuerdo correcto: el momento en que te recuerdas a ti
mismo.
Gautama Buda solía ilustrar este punto con la antigua historia de una
leona que estaba saltando de una pequeña colina a otra, y entre las
cuales estaba cruzando un gran rebaño de ovejas. La leona estaba
embarazada, y dio a luz justo cuando estaba en pleno salto. Su cachorro
cayó en medio del rebaño de ovejas; fue criado por las ovejas y,
naturalmente, se consideraba una oveja. Era un poco raro, porque era
demasiado grande, demasiado diferente, pero quizás fuese sólo un
espécimen de la naturaleza. Fue criado como herbívoro.
El cachorro creció, y un día un viejo león que estaba buscando comida se
acercó al rebaño de ovejas; no podía creer lo que veían sus ojos. En
medio del rebaño había un joven león, hermoso y lozano, y las ovejas no
tenían miedo. Se olvidó de la comida; corrió tras el rebaño de
ovejas..., y cada vez estaba más asombrado, porque el joven león, al
igual que las ovejas, también huía de él. Finalmente pudo atrapar al
joven león. Éste gritaba y lloraba mientras le decía al viejo león:
-¡Por favor, déjame marchar con mi gente!
Pero el viejo león lo arrastró a un lago cercano -un lago tranquilo, sin
ninguna onda, como un perfecto espejo- y le obligó a contemplar su
propio reflejo en el lago, y también el reflejo del viejo león. Sufrió
una transformación instantánea. En cuanto el joven león vio quién era,
se oyó un gran rugido, todo el valle retumbó con el rugido del joven
león. Nunca había rugido antes porque nunca antes había pensado que
fuera otra cosa distinta de una oveja.
El viejo león le dijo:
-Yo ya he cumplido mi misión; el resto depende de ti. ¿Quieres volver a
tu propio rebaño?
El joven león se rió. Le contestó:
-Perdóname, me había olvidado completamente de quién era.
Te agradezco muchísimo que me hayas ayudado a recordarlo.
Gautama Buda solía decir: «La función del maestro consiste en ayudarte a
recordar quién eres». Tú no formas parte de este mundo superficial; tu
hogar es el hogar de lo divino. Estás perdido en el olvido; has olvidado
que Dios se oculta dentro de ti. Nunca miras al interior; como todo el
mundo mira al exterior, tú también te dedicas a mirar al exterior.
Estar solo supone una gran oportunidad, una bendición, porque, en tu
soledad, estás abocado a chocar contigo mismo y recordar por primera vez
quién eres. Conocer que eres parte de la existencia divina supone estar
liberado de la muerte, liberado de la infelicidad, liberado de la
ansiedad; liberado de todo aquello que ha supuesto una pesadilla para ti
durante muchísimas vidas.
Céntrate más en tu profunda soledad. En eso consiste la meditación: en
centrarse en la propia soledad. La soledad tiene que ser tan pura que no
la interrumpa ni siquiera un pensamiento, ni siquiera un sentimiento.
En el momento en que tu soledad sea total, tu experiencia de ella se
convertirá en tu despertar. Tu despertar no es algo que venga del
exterior; es algo que crece dentro de ti.
El único pecado consiste en olvidarte de tu ser. La única religión, la
única virtud es recordar tu ser, en su extrema belleza. No hace falta
que seas hindú, no hace falta que seas musulmán, no hace falta que seas
cristiano; todo lo que necesitas para ser religioso es ser tú mismo.
De hecho, no estamos separados, ni siquiera ahora; no hay nadie que esté
separado; toda la existencia es un conjunto orgánico. La idea de
separación surge a consecuencia de tu olvido. Es casi lo mismo que si
cada hoja del árbol empezara a pensar que está separada, separada de las
otras hojas..., pero en lo más profundo, se alimentan a través de las
mismas raíces. Las hojas pueden ser muchas; el árbol es uno. Las
manifestaciones pueden ser muchas; la existencia es una.
Al conocerse a uno mismo, hay una cosa que queda muy clara: ningún
hombre es una isla; somos un continente, un vasto continente, una
existencia infinita sin fronteras. La misma vida corre a través de
todos, el mismo amor llena todos los corazones, la misma alegría danza
en cada ser. Sólo creemos que estamos separados a consecuencia de
nuestra falta de comprensión..."
OSHO ZEN