Había una vez un hombre que
caminaba perdido en el sendero Espiritual.
Estando paseando por el
monte, solitario, triste y preocupado de cómo podría ver la luz, oyó una voz
que le dijo:
-¿Dónde vas buen hombre?
Un poco asustado al oír
aquella voz, contestó:
-Llevo años queriendo ver de
una vez la Luz, pero ni la veo ni sé dónde buscarla.
Sonriendo, aquella voz le
dijo:
- Hijo mío la luz no se
busca, está siempre delante de TI, lo que pasa es que tienes un bosque de
árboles entre tú y ella que no te la deja ver.
-¿Quieres decir que los
árboles mentales que tengo no me dejan ver la luz?
-Así es, por tanto, has de
ir talando todos los árboles que están entre tú y la Luz, pues ellos te impiden
verla.
-¿Y cómo puedo hacer eso? –
preguntó el hombre.
-Mira, te enseñare como
hacerlo, siéntate en la base de ese árbol, mantente en silencio y ve observando
los árboles que te rodean y ver tratándolos mentalmente todos y cada uno de
ellos.
Así pues aquel hombre se
puso manos a la obra y empezó a ver su primer árbol. Vio el árbol de la
impaciencia y lo taló, luego vio el de la intolerancia e incomprensión hacia
los demás, siguió cortando el árbol de la vanidad y del ego, cortó también el
árbol del rencor y el no perdón a los demás, siguió con el árbol de juzgar y
creer ser superior a los demás, y siguió y siguió……
Pasado un rato la voz le
dijo:- ¿Cómo vas?
El hombre le contestó:- Voy
bien, acabo de talar una gran hilera de árboles que no me dejaban ver la luz,
pero aun no la veo, hay otra gran fila de árboles, ¿qué árboles son estos?,
preguntó el hombre.
La voz le contestó: son los
mismos árboles de antes pero ahora son a nivel espiritual, son los árboles de
la vanidad espiritual, intolerancia espiritual, el árbol de creerse en posesión
de la verdad …. y estos árboles son peores que los anteriores, córtalos muy
bien.
Entonces el hombre siguió
talando la siguiente hilera de árboles. Taló el árbol de creerse ser un
elegido, de creerse maestro, taló el árbol de querer salvar al mundo, taló
también el árbol de su religión y siguió y siguió.
Pasado un rato la voz le
dijo:- ¿cómo vas? Acabo de talar otra gran hilera de árboles que no me dejan
ver la luz, pero aun no la veo, hay otra gran hilera de árboles, ¿qué árboles
son estos?, preguntó el hombre.
La voz le contestó:- estos
árboles son muy importantes de talar, estos árboles te sirvieron en su momento
pero ahora has de cortarlos todos, pero es decisión tuya de hacerlo o no, pues
no querrás talarlos, pero ya debe ser elección tuya, así que observa bien estos
árboles y decide tú que quieres hacer.
Así que el hombre observó y
taló dichos árboles, taló el árbol de no creer ya en maestros ascendidos, de no
creer en Ángeles, el árbol de no creer en seres de luz, en no creer en todo lo
que leyó y le enseñaron, y siguió talando y talando, y aunque le costaba mucho
talar tantos, pues se estaba quedando sin nada, el siguió adelante……
Pasado un rato le dijo la
voz: -¿Cómo vas?
Este hombre le contestó:
-Voy bien, ya se ve algo de luz, pero estoy viendo dos últimos árboles, uno es
enorme y otro normal, ¿qué hago ahora con ellos?
La voz le dijo:- Antes de
talarlos mira bien que representan dichos árboles.
El hombre se concentró y al
ir a cortar el árbol normal, vaciló y rápido fue a consultar a la voz.
Exclamó: -¡Ese árbol es mi
SER!… ¿Cómo quieres que lo tale?…
La voz le contestó: -Si
quieres ver la Luz, has de talarlo, pero esa, ya es elección tuya.
Así que aquel hombre un poco
asustado lo taló y se quedó sin creer en su SER.
Pasado un rato la voz le
dijo: -¿Cómo vas?
-Ya he talado ese árbol-
contestó.
Y la voz le preguntó -¿y aún
sigues vivo?
El hombre contesto – sí.
Pues entonces sigue – le
dijo la voz.
Así pues el hombre se puso a
talar el último y enorme árbol que no le dejaba ver la Luz. Pero cuando fue a
talarlo se dio cuenta lo que representaba el último árbol y fue corriendo a
preguntar otra vez a la voz.
Muy asustado aquel hombre le
dijo a la voz – ¡Madre mía! ¿Tú sabes qué árbol es ese? ¡Es Mi Dios!…
-Así es, le dijo la voz,
tálalo también si quieres ver la luz.
- Uf, contestó aquél hombre,
eso si que me va a costar, pero lo haré.
Pasado un rato le dijo la
voz: -¿Cómo vas?
-Muy bien ya veo la luz, es
preciosa y todo amor, es increíble.
Muchas gracias de todo
corazón por ayudarme a ver la luz – le dijo el hombre entusiasmado.
-No corras tanto, le replicó
la voz, aún no hemos terminado, esa luz que ves es aún un espejismo, tienes que
talar el ultimo árbol para poder ver la verdadera Luz.
-¿Cómo? – dijo sorprendido
aquel hombre – yo no veo ningún árbol más.
- Ese es el problema, nunca
veis el último árbol. Ese árbol, en el que estás recargado, eres tú mismo y ves
la Luz a través de tu árbol, no de ti, tálate tú y verás la luz.
Aquel hombre no podría creer
lo que estaba oyendo, pero se puso en marcha y taló su propio árbol. Pasado un
rato le dijo la voz:- ¿Cómo vas, ya has visto la Luz?
Y aquel hombre con todo
amor, paz y felicidad, le dijo a la voz:
NO HE VISTO LA LUZ… ¡¡¡ YO
SOY LA LUZ !!!