Una mala gestión en el
suministro de dinero podría llevar a una hiperinflación como ocurrió con la
implantación del euro
¿Qué ocurriría si todo el
planeta compartiera el mismo tipo de moneda? Es una pregunta que se plantea el
despacho de abogados de Foster Swiss, especializado en la creación de empresas
de servicios de inversión.
Supongamos que vivimos en un
planeta que comparte una misma moneda. Los habitantes de todos los países
realizan sus transacciones en esta misma divisa. Un único banco central situado
en un territorio actuaría como la autoridad encargada de diseñar la política
monetaria y de la emisión del dinero. ¿Cuáles serían los efectos económicos?
Para empezar, una mala
gestión en el suministro de dinero podría llevarnos a una hiperinflación. En un
primer momento la cantidad de moneda que debería emitir el Banco Central
supondría un gran esfuerzo. La inflación se pudo observar en el momento de
implantación del euro cuando se produjo un gran aumento de los precios en
general.
No se podría comparar con
otras monedas por lo que sería difícil asignar un valor a esta divisa. De esta
forma, mucha gente optaría por convertir su dinero en activos físicos (oro,
ganado, materias primas...) por temor a la depreciación de sus activos
financieros (moneda). A la larga significaría el regreso a una economía de
trueque.
Los países en vías de
desarrollo pueden beneficiarse de una moneda única bien gestionada que fomente
un entorno estable para la inversión, el crecimiento y el desarrollo económico.
Nunca más existirían políticas monetarias nacionales lo cuál puede no ser
beneficioso ya que el mundo no es homogéneo y lo que puede ayudar a una zona
puede ser perjudicial para otra.
Ya no existirían los tipos
de cambio como herramienta de política económica para que cada país pueda
proteger el crecimiento económico. Otra opción sería tener varios bancos
centrales en distintos países pero siempre el país menos desarrollado tenderá a
emitir más dinero, lo que llevaría a la hiperinflación y al colapso del
sistema. Además existirían graves problemas de coordinación de políticas
monetarias.
En este caso nos
encontraríamos ante un escenario de libre movimiento de capitales con una
política monetaria autónoma y un tipo de cambio fijo ( ya que no existirían los
tipos de cambio). Solo sería beneficioso para el país o los países que
estuviesen controlando el Banco Central.
Se eliminaría la especulación
monetaria, no existiría el Mercado de Divisas y con ello, disminuiría el riesgo
en las transacciones internacionales. Además se eliminarían las barreras
comerciales y las medidas proteccionistas lo que beneficiaría a los países de
alto rendimiento, como ocurrió con Alemania tras la unión monetaria del euro.
¿Quién sabe qué nos depara
el futuro? Tras las últimas llamadas de países como China o de Naciones Unidas
a compartir una moneda única es necesario plantearse las consecuencias de esta
acción.