Entre ambas naciones
existen cerca de 3.200 kilómetros de frontera terrestre; las barreras abarcan
un tercio: un total de 1.050 kilómetros
Como adelantó este martes en su cuenta de Twitter, el nuevo
presidente Estados Unidos, Donald Trump, ha aprobado la construcción del muro
que separa a México de Estados Unidos. La promesa ha sido uno de los pilares de
su campaña electoral. Sabía que si no la cumplía, quedaría muy desacreditado.
Se trata de una de sus medidas para aumentar la seguridad nacional. El mandatario
estadounidense estima que se invertirán entre 10.000 y 12.000 millones de
dólares, aunque el diario «The Washington Post» eleva la cifra a 25.000
millones. Pretende que sean los mexicanos quienes corran con los gastos.
Sin embargo, lo cierto es que ya hay un muro: una serie de
vallas discontinuas que marcan dónde empieza un país y dónde acaba el otro. El
dirigente se limitaría a ampliar y fortificar las construcciones que ya
existen. Entre ambas naciones hay 3.142 kilómetros de frontera terrestre; las
barreras abarcan un total de 1.050 kilómetros, un tercio de la frontera. Para
el resto, se han aprovechado límites naturales: cadenas montañosas, canales y
humedales (superficies de tierra que se inundan de forma permanente o
intermitente). En definitiva, zonas difíciles de amurallar. Destaca el curso
del Río Bravo o Río Grande, que separa buena parte de los territorios de Texas
y Nuevo México de estados mexicanos como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila o
Chihuahua.
Ya sea a través de límites naturales o artificiales, la
frontera atraviesa el continente de este a oeste, desde el Golfo de México
hasta el Océano Pacífico, pasando por los desiertos de de Chihuahua y Sonora.
Separa dos mundos muy diferentes y dicurre por seis estados mexicanos y cuatro
estadounidenses.
Construcciones del
hombre
Ahora bien, sin duda, lo más interesante es conocer cómo son
los límites artificiales que Trump quiere hacer más fuertes. Presentan un
aspecto muy diferente en cada tramo. Hay barreras de 2,5 metros de altura por
las que solo pueden pasar coches y no peatones; otras, impiden la entrada a
todos: desde mallas de alambre hasta paneles de chapa, pasado por barras o
postes verticales que miden entre 5,5 y 9,1 metros y que cuando llegan hasta el
mar están hechas de otro material para evitar que se oxiden. También hay zonas
con dobles y triples vallas. Es el caso del doble muro que impide a los
inmigrantes indocumentados entrar en la ciudad de San Diego, en California,
usando el Río Tijuana.
En plena zona fronteriza, tampoco faltan videocámaras,
sensores de movimiento, drones y patrullas, las United States Border Patrol
(USBP, patrullas fronterizas de Estados Unidos), creadas en 1924. Según la
cadena británica BBC, se han producido más de dos millones de detenciones en
los últimos cinco años. Por ello, de los once millones de ilegales, cerca de la
mitad no entraron por la frontera. Lo hicieron por aeropuertos y puertos con su
pasaporte para, luego, no marcharse nunca del país. En contraposición, también
es la frontera que mayor número de cruces legales experimenta: más de un millón
al día.