El Ministerio del
Interior y La Caixa renuevan el programa que invierte 3.700 euros por recluso
Es un estribillo muy
repetido en las entidades sociales que trabajan para la integración de personas
en el mundo laboral que «el colectivo que lo tiene más complicado es el de los
expresidiarios». Aquellas personas que han pasado por prisión parecen estar
envueltas en un halo de incomprensión que los estigmatiza. Una «etiqueta», dice
Concepción Conde, de la Fundación Tomillo, de la que les cuesta mucho
desprenderse. Prueba de que se puede hacer es Nicolás Cabezas, toledado de 48
años, que habla de «salir adelante» con ayuda y de que el «pasado» y sus
«errores» quedan «dentro de prisión». Tras pasar un lustro entre barrotes
sentenciado por un delito de drogas, es uno de los 769 reclusos que obtuvieron
un empleo en 2016 gracias al programa Reincorpora, que desarollan en conjunción
el Ministerio del Interior y Obra Social La Caixa.
Ana Serezade: «Pienso en la cárcel como el que está interno
en un colegio. He madurado, tal vez demasiado, y ahora pienso más las cosas»Tal
y como explicó ayer en la renovación del convenio Josep Oms, responsable
técnico del programa por parte de La Caixa, desde el inicio del proyecto en
2011, Reincorpora ha facilitado itinerarios de inserción social y laboral a
7.990 internos, con una inversión media de 3.700 euros por interno. En 2017
serán 1.500 internos. Se felicitaron ayer orgullosos el ministro del Interior
Juan Ignacio Zoido, e Isidro Frainé, presidente de la Fundación Bancaria La
Caixa, de que tres de cada cuatro participantes acaban el itinerario de
inserción sociolaboral del programa (en 2015 y 2016), un dato que ha mejorado
tras el 62% de 2014. Esos presos siempre están en régimen de semilibertad, se
forman dentro de la cárcel y cuando finaliza su condena, continúan cursando
opciones para abrirse al mercadode trabajo, se exploran sus competencias, sus
virtudes y habilidades, explicó ayer Isabel del Valle, jefa del área de
Formación para el Empleo y la Inserción Laboral de Instituciones
Penitenciarias, haciendo hincapié en la importancia de que estos itinerarios
sean personalizados para lograr eficacia. «El 91% de quienes se embarcan en el
programa lo finalizan», resumió Oms.
Lo cierto es que los tiempos de crisis económica tampoco han
ayudado a que los contratos laborales forjados merced a la participación de 561
empresas sean muy extensos, pero el solo hecho de encontrar un empleo ayuda a
muchas personas, como Juana Alejandra Iglesia, a «tocar la libertad». Nicolás,
un señor de profundos ojos azules, da la clave a su modo: «Que uno esté dentro
de la cárcel no significa que esté muerto. Existen caminos para reinsertarse en
la sociedad, pero depende de cada persona, hay gente que se hunde en prisión,
otros que motivados por nuestros hijos [tiene cuatro] no dejamos de trabajar y
conseguimos salir». Para él, que no sabía leer y escribir cuando entró en el
penal de Soto del Real (Madrid), Europa sí es un mercado de «segundas
oportunidades», no Estados Unidos, donde queda grabado a fuego la seña de ser
un exconvicto.
Nicolás: «Soy más inteligente y fuerte que antes y no podría
volver a dejar de lado a mi familia, nunca más. Por ellos salí adelante»No son
de su opinión ni Juana Alejandra ni Ana Ser ezade Borgoñoz, quienes se
volvieron desconfiadas entre barrotes. «Era antisocial –dice Ana, almeriense
que pasó cuatro años y medio en prisión por un delito de tráfico–. La cárcel me
ha enseñado a pensar más las cosas, era una niña alocada de 20 años cuando
entré y cometí un error que no volvería a hacer. Intento hablar de esto lo
justo, porque la sociedad te señala con el dedo, te discrimina». Ana es una
joven de 26 años. Aún no tiene empleo, porque lleva solo tres meses fuera del
centro penitenciario de Estremera y apenas uno con Reincopora.
Con toda
probabilidad, formará parte de las cifras que se presenten el año próximo sobre
las personas que lograron salir adelante con la independencia económica y la
motivación que brinda un oficio. «Quiero montar mi restaurante, mi pasión es la
cocina y el curso que hago es para ser ayudante de cocina y parrilla».
Nicolás tenía la obsesión de ser mozo de almacén, trabajo
que compagina con la conducción de un autobús para mayores. «El dinero te da
muchos amigos. Falsos. En la cárcel, te das cuenta de quién te espera de
verdad».
Contratos
eminentemente temporales
Los 769 contratos facilitados durante la edición de 2016 del
programa Reincorpora han sido posibles gracias a la colaboración de 561
empresas.
Por sectores, los principales ámbitos de formación y
contratación entre los beneficiarios
fueron la hostelería, con el 24% (camareros, ayudantes de
cocina, limpieza de habitaciones); el comercio al por mayor y al por menor,
11%; la limpieza y el mantenimiento, otro 11%; la industria manufacturera, el
8%; y la agricultura, un 6% (recolección, centrales de horticultura, envasado
de alimentos, etcétera).
1.500 centros de inserción social y cárceles de toda España
ofrecen cursos de formación a los internos y, posteriormente, les ayudan y
acompañan para encontrar un puesto de trabajo.